PROCESIÓN 2010

Hay Hermandades que, gracias al trabajo serio de todos sus hermanos, empiezan a crecer hasta alcanzar niveles de popularidad y cariño que destacan sobre las demás. La Hermandad del Stmo. Cristo de la Paz y Ntra. Señora de los Dolores de Sta. Mª del Águila es una de ellas y así lo pone de manifiesto la importante cantidad de gente que la acompañó en la tarde de Viernes Santo. Por eso no es de extrañar que el pasado vienes 2 de abril de 2010, los alrededores de la Parroquia de Sta. Mª del Águila fueran un auténtico hervidero de gente buscando un hueco en el que poder acomodarse para ver la salida del cortejo. Puntuales como cada año, a las 20:30 la Cruz de guía fue abriendo camino en el centro de la calle para dejar espacio al guión de la Hermandad. Tras la sobria y a la vez imponente Cruz de Guía hileras de nazarenos vestidos con túnica granate y capirote blanco, portando cirios blancos y el cuerpo de camareras de la Virgen, aguardaban uno de los momentos mágicos del Viernes Santo, la salida de Ntra. Señora de los Dolores. Momentos antes, el paso del Cristo, aún sin la imágen, llegaba a las puertas de la parroquia portado por una treintena de costaleros. Se oye la voz de Serafín Mateo, capataz del paso de palio, rezando una plegaria en forma de una saeta a su Virgen. Da los tres toques y llama a su cuadrilla que levanta el paso con elegancia. Ntra. Señora encara la puerta lateral de la Parroquia y el silencio se apodera del público congregado ya que en esos momentos, los costaleros necesitan tal concentración que lo mejor que se puede hacer es guardar silencio. Así que solo se escucha la voz del capataz y el leve racheo de la cuadrilla que, de frente y por derecho, fueron superan el dintel de la puerta hasta que el impresionante paso de palio sale por completo a la calle, rompiéndose el silencio unicamente por la marcha Real, interpretada por la Agrupación Musical Ejidense que se situó tras el paso y ejecutó la primera de las marchas "Callejuela de la O" para que el paso comenzara a recorrer la calle acercándose a la puerta principal del templo. Dicen que todos los años es igual pero, por las caras del público, está claro que cada salida te coge el pellizco en el estómago y no te relajas hasta que la Virgen sale a la calle. Serafín lo sabía perfectamente y, por eso, volvió a cumplir con el rito de indicar la maniobra a su cuadrilla para que la Señora de los Dolores sorteara la puerta y su paso de palio se plantara en la calle envuelto en el cariño de todos los allí congregados. A continuación, el Hermano Mayor llama a las puertas de la iglesa, abriéndose estas y saliendo del interior del templo cuatro verdugos vestidos de negro portando al Cristo de la Paz a hombros y llevándolo a su calvario, mientras todos los allí congregados contemplan el bello e impactante momento en que los verdugos levantan a Cristo en la Cruz mientras que la Virgen, por ser Madre de Jesús, tan unida a Él, siente lo que siente, hasta reflejar a Cristo mismo. Es a Ella que el Señor puede confiar, en medio de lo que otros verían como su momento de fracaso, y sabe que Ella creerá y no tambaleará. Es entonces cuando se produce otro de los momentos más bellos y emotivos de la procesión, la reverencia entre la Madre y el Hijo yacente en la Cruz. Empieza entonces la Estación de Penitencia de la Cofradía por las calles de Sta. Mª del Águila, acompañados a la Agrupación Musical Ejidense y la Banda de Cornetas y Tambores "Clavos de Cristo" de Berja. Durante la procesión se le cantaron saetas tanto al Cristo como a la Virgen en las voces de Judith Alférez, José Manuel Callejón y Antonio Gutiérrez. Una vez realizado su itinerio, el cortejo llega a la calle Andalucía donde el Cristo espera a su Madre a las puertas del templo que ve como va llegando poco a poco, pasito a pasito. Entonces se produce otro emotivo momento, el "encuentro" entre la Madre y su Hijo. Para finalizar los verdugos bajan del paso al Cristo llevándolo al interior de la iglesia y la Virgen es llevada al lugar de donde salió con la marcha "Encarnación Coronada" poniendo así fin a la procesion más carismática del poniente.


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